El aprovechamiento de la energía eólica se inicia en el año 5000 a.C., cuando los egipcios comenzaron a emplear la fuerza del viento para propulsar sus embarcaciones a lo largo del río Nilo. Nace de esta forma la navegación a vela.
El ingenio humano fue capaz de crear otras formas de aprovechamiento eólico para distintas actividades. En Babilonia del año 700 a.C., el viento era empleado para el accionamiento de un sistema de regadío. En el año 200 de nuestra era, existían en China molinos eólicos destinados al bombeo de agua; en Persia y Oriente Medio, molinos similares eran empleados para moler granos de cereal. Cuando estas ideas llegaron a Europa, fueron mejoradas y adaptadas a las características de cada territorio. Por ejemplo, los conocidos molinos de viento de La Mancha, fueron construidos en el siglo XVI como alternativa a los tradicionales molinos de agua, que no podían funcionar en los periodos de sequía.
La tecnología eólica fue llevada a América por los colonos europeos a finales del siglo XIX, donde fue utilizada para el bombeo de agua en las granjas y, posteriormente, para generar electricidad en hogares e industrias.
El abaratamiento del carbón y el petróleo, y el desarrollo de la máquina de vapor y el motor de explosión hicieron que el uso de ingenios eólicos fuese decayendo progresivamente, hasta que se pusieron de manifiesto los problemas derivados de un sistema energético basado en los combustibles fósiles. De este modo, a partir de los años 70 se reaviva un creciente interés por el aprovechamiento de la energía eólica.
En Galicia, la historia reciente del aprovechamiento de la energía del viento para la generación de electricidad comenzó en la década de los 80, con la instalación de pequeños aerogeneradores en diversos puntos de la costa y el interior. Al mismo tiempo, se iniciaron estudios encaminados a la determinación del potencial eólico de Galicia, que permitieron en 1998 publicar el primer Mapa Eólico Gallego. Ya en la década de los 90, diversas entidades realizan mediciones más exhaustivas en puntos de especial interés para el aprovechamiento eólico, obteniéndose unos resultados muy prometedores.
El ingenio humano fue capaz de crear otras formas de aprovechamiento eólico para distintas actividades. En Babilonia del año 700 a.C., el viento era empleado para el accionamiento de un sistema de regadío. En el año 200 de nuestra era, existían en China molinos eólicos destinados al bombeo de agua; en Persia y Oriente Medio, molinos similares eran empleados para moler granos de cereal. Cuando estas ideas llegaron a Europa, fueron mejoradas y adaptadas a las características de cada territorio. Por ejemplo, los conocidos molinos de viento de La Mancha, fueron construidos en el siglo XVI como alternativa a los tradicionales molinos de agua, que no podían funcionar en los periodos de sequía.
La tecnología eólica fue llevada a América por los colonos europeos a finales del siglo XIX, donde fue utilizada para el bombeo de agua en las granjas y, posteriormente, para generar electricidad en hogares e industrias.
El abaratamiento del carbón y el petróleo, y el desarrollo de la máquina de vapor y el motor de explosión hicieron que el uso de ingenios eólicos fuese decayendo progresivamente, hasta que se pusieron de manifiesto los problemas derivados de un sistema energético basado en los combustibles fósiles. De este modo, a partir de los años 70 se reaviva un creciente interés por el aprovechamiento de la energía eólica.
En Galicia, la historia reciente del aprovechamiento de la energía del viento para la generación de electricidad comenzó en la década de los 80, con la instalación de pequeños aerogeneradores en diversos puntos de la costa y el interior. Al mismo tiempo, se iniciaron estudios encaminados a la determinación del potencial eólico de Galicia, que permitieron en 1998 publicar el primer Mapa Eólico Gallego. Ya en la década de los 90, diversas entidades realizan mediciones más exhaustivas en puntos de especial interés para el aprovechamiento eólico, obteniéndose unos resultados muy prometedores.
Los primeros parques eólicos gallegos de cierta envergadura fueron instalados en las inmediaciones del faro de Estaca de Bares (1987, actualmente desmantelado) y en Cabo Vilán (Camariñas, 1989). Pero el interés de los promotores por explotar la energía eólica de Galicia se inicia especialmente a raíz de las Jornadas Europeas de Energía Eólica (Puerto de Santa María, 1993), donde se destacó la importancia del potencial eólico de nuestra comunidad autónoma. Comienzan así a aparecer iniciativas procedentes de diferentes grupos empresariales..
Fuente: http://www.inega.es/
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