El término eólico viene del latín Aeolicus, perteneciente o relativo a éolo o Eolo (Dios de los vientos en la mitología griega) y, por tanto, perteneciente o relativo al viento. La energía eólica es por tanto la energía producida por el viento. Este tipo de energía ha sido aprovechada desde la antigüedad por ejemplo para mover los barcos impulsados por velas o hacer funcionar la maquinaria de molinos al mover sus aspas. Pero tenía un problema: su discontinuidad; ya que el viento cambia de intensidad y de dirección de manera impredecible. Hoy, en los parques eólicos, se utilizan los acumuladores para producir electricidad cuando el viento no sopla.
La energía eólica es una forma indirecta de energía solar, puesto que son las diferencias de temperatura y de presión inducidas en la atmósfera por la absorción de la radiación solar las que ponen en movimiento los vientos. Se calcula que un 2 % de la energía solar recibida por la Tierra se convierte en energía cinética de los vientos. En definitiva, esta energía puede considerarse como "energía verde".
En general, los aérogeneradores (molinos que a través de un generador producen energía eléctrica) comienzan a funcionar cuando el viento alcanza una velocidad de unos 19 km/h, logran su máximo rendimiento con vientos de entre 40 y 48 km/h y dejan de funcionar cuando los vientos alcanzan los 100 km/h. Los lugares ideales para la instalación de los generadores de turbinas son aquellos en los que el promedio anual de la velocidad del viento es de por lo menos 21 km/h.
Los parques eólicos no son más que concentraciones de éstos aerogeneradores.
Modificado de "La Revista"
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